viernes, 3 de marzo de 2017

Cállate la puta boca y escucha por una vez en tu miserable vida lo que otros tienen que decir.

A veces cuando bebo creo que expando mi mente.
A veces,  soy consiente de que un universo se abre ante mí y creo que puedo absorber todo ese conocimiento.
Otras veces tengo cosas que decir algo y simplemente lo hago.
Hoy, por empezar con algo sencillo voy a daros una colleja a todos lo que os veáis tan sensibles como para ofenderos por cualquier cosa:

Tú. Sí. tú. Aprende a cocinar. Ya tienes una edad en la que deberías aprender a cocinar. Qué vergüenza. Tu familia (y no me refiero a tus progenitores) merece algo mejor. Y ya de paso aprende a limpiar. Puede que parte de la culpa la tengan tus progenitores por no ponerte un trapo en la mano y hacerte limpiar las estanterías del comedor. En lugar de eso, te lo hicieron todo fácil. Qué lástima de persona. Eres inútil. Ni cocinas ni limpias. Dos cosas necesarias para cualquiera que se precie un poco o para cualquier persona de la que se dependa lo más mínimo.

Si te has ofendido por mis pensamientos puede que seas:

Una feminista que todo lo que lee lo traduce como un ataque a las mujeres.
Un vago redomado que y tiene mujer que le cocine y le limpie.
Alguien demasiado centrado en sí mismo como para reconocer que no quiere pareja por que no sabe comprometerse.
Alguien solitario cansado de que le digan que se busque pareja y todo le hastía.
Alguien que se va a quejar simplemente porque vivir amargado es mejor que no poder sentir nada por nadie.

Os conozco a todas y cada una de esas personas. Me os constantemente en la vida y estoy hasta los huevos de vosotros. Intolerantes que exigís tolerancia. Exigís la libertad de expresión que no queréis para los que opinan distinto.

Puede que me calle. Puede que levante la voz. depende de cómo me haya ido el día. Pero os aseguro que nunca dejaré mis pensamientos dentro demasiado tiempo. Y si no os gustan, hacéis como yo:
Sonreís y asentís. Si yo lo hago con vosotros, tengo derecho a que lo hagáis conmigo.